Boys, boys, boys.

Karla Manzanera.

Jueves 8 de abril del 2010.

Agresivos, competitivos, más racionales pero menos emocionales que nosotras las mujeres, más simples, más prácticos, etc., así son los hombres. Nosotras sabemos inmediatamente cuando un hombre estuvo en algún lugar, y no porque tengamos un sexto sentido como todos piensan, sino porque dejan huellas por todos lados, dejando el refrigerador abierto, la tapa de la taza arriba, las luces prendidas.

Tienen el corazón de piedra y nos llaman sentimentales; son felices con películas de balazos, autos y Megan Fox. Dicen que no pueden comprendernos pero más bien no quieren, y a decir verdad, son igual de complicados que nosotras: que si no nos dejamos, qué mojigatas y que si nos dejamos, qué zorras.

Son los seres más tontos sobre la faz de la Tierra; pues si no entienden las indirectas, contradictoriamente, parece que menos las directas. Cuando queremos que nos inviten a salir, no lo hacen, aunque nosotras casi los invitemos a ellos; y cuando no queremos, lo hacen por más que los evitemos (idea expresada sin intención de mandar ninguna indirecta, ¿o sí?).

Son tan buenos en los deportes pero tan malos para coordinar en otros ámbitos, tanto, que para buscar estacionamiento bajan el volumen de la radio. Se aprenden todos los nombres de los jugadores de soccer, fútbol, béisbol y más; pero no pueden aprenderse nuestros cumpleaños y aniversarios. No olvidan los horarios de los partidos pero son capaces de dejarnos plantadas. Notan cada cambio en las jugadas de los diferentes equipos pero no notan si nos cortamos el pelo o si nos arreglamos diferente.

Desordenados, desorganizados, todo les da igual.

¿Qué cambiaría de ellos? ¡Nada! Porque nos complementan, son lo que nosotras no somos, cursi pero verdaderamente nuestra otra mitad. ¡Qué aburrido que fuéramos iguales, que todo fuera como quisiéramos! Porque nosotras tampoco somos perfectas, porque la variedad es lo que hace la vida interesante. Nos estresan y nos enojan, pero también nos divierten y nos quieren.

Sea para bien o para mal, por su encanto o por su indiferencia, ellos nos vuelven locas... y nosotras a ellos. ;)