miércoles, 7 de abril de 2010

Erika Monreal.

Carne con chile.

Alguna vez un amigo me dijo (en tono de broma espero) que eso eran los hombres para mí, como las gorditas... Pero esto no es del todo cierto, es más, alguna vez llegué a pensar que sabía tanto de hombres como para escribir un libro pero hoy miércoles 7 de marzo de 2010 a altas horas de la noche no puedo escribir ni un triste ensayo.
Los hombres en general, entendido como la parte masculina del género humano han sido de todo: Padres, hijos, esposos, novios, amantes, amigos con derecho, frees y aventurillas de una noche… En fin que ellos lo han hecho por siglos y nadie se ha quejado. ¿Y nosotras por qué no? Es fácil, de ellos no se espera tanto. Si a mi ahorita se me ocurre “ponerle el cuerno” a mi novio la que saldría más afectada de dicho trío amoroso sería yo pues mi novio sería el pobre niño engañado, “el otro” (esa no es mi definición predilecta) es hombre y “tiene sus necesidades” (convenientemente da lo mismo si él tiene novia o no) y yo para fines prácticos sería una vil, simple y corriente zorra.
Pero como los adjetivos que mi persona pueda recibir no son el punto de este ensayo… No, los protagonistas son ellos (como siempre) y les gusta, aunque hasta eso tenemos mérito por ser más guapas.
Antes pensaba que todos eran iguales pero la vida me ha enseñado que no (aunque tienen ciertos elementos comunes), todos son exquisitamente diferentes, únicos. Altos, flacos, gordos, bajos, guapos, feos, musculosos, inocentes o experimentados, todos son hombres al fin y algo tienen de bueno o divertido; de verdad no entiendo a las mujeres que dicen que les gusta tal o cual tipo de hombre… ¿Por qué limitarse habiendo tanta variedad? Eso sí, cuando escoges uno te quedas con él por buen rato.
Nadie sabe con exactitud que motivos habrá tenido Dios para inventarlos, tal vez para hacernos reír o incluso llorar, pues los hombres son perfección combinados con sensual imperfección, pero no creo que ese haya sido el motivo pues aunque casi no se les note los hombres son seres complejos y difíciles de comprender, a veces más de lo debido, no somos tan diferentes como creíamos. Sólo me queda afirmar una cosa, una gran diferencia por alguna extraña razón son mejores para escuchar de lo que parecen, es más, hasta es grato entablar conversación.
Como ya está rondando por mi cabeza la idea de escribir un libro de disertaciones sobre el género masculino he decidido llegar a algunas conclusiones que vendrían siendo:
a) Entiendo perfectamente a los homosexuales porque vaya que los hombres tienen algo indescriptible que los hace atractivo.
b) Prefiero un hombre inteligente que uno “guapo” y mucho mejor si tiene actitud.
c) No es bueno (a mi ver) pensar que solo un tipo de hombre nos puede gustar porque habiendo tanta variedad, sería desperdicio.
¡En lugar de quejarnos los unos de los otros, mejor hay que disfrutar que nos complementamos!

2 comentarios:

  1. Erika: Eres dura con ellos, jajaja, me gusta que des tu punto de vista, me gusta tu estilo, este no es de mis favoritos que has escrito, sin embargo, vas bastante bien.
    Este trabajo en cuestión, me parece que las ideas no están expresadas muy claramente.

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